lunes, 28 de junio de 2010



Verano Indio. Norma Editorial.


El agua moja, el cielo es azul, las mujeres tienen secretos… y nadie ha dibujado a las mujeres como Milo Manara.

El inconfundible trazo limpio de Manara lleva décadas dibujando curvas y curvas de anatomía femenina de un modo sugerente, muy sugerente, bueno, explícito, en realidad. Una vez que le miras a los ojos a una “chica Manara” no podrás olvidarla. Este es motivo suficiente para ver y volver a ver las hojas de cualquiera de sus obras…sobre todo si eres un adolescente un poco salidorro, pero, a partir de cierta edad, tanto primer plano, resulta un poco monótono.





Algunos de sus guiones, como El Click son predominantemente pornográficos, otros, como las aventuras de Guiuseppe Bergman presentan una trama de aventuras que las puedes leer una vez, pero el reincidente no es bienvenido.

Este Manara dibuja como los ángeles, bueno, como los diablos pero necesita de un buen guionista, y lo encontró, vaya si lo encontró. Realizó dos obras con Hugo Pratt, El Gaucho y Verano Indio. Vamos a centrarnos en esta.
Hace treinta años deseaba fuertemente, con las ganas que sólo desea un niño, que llegara el fin de semana. Había algo que sólo podía hacer los sábados después de comer. Ver las películas de Sesión de Tarde. Especialmente las de vaqueros, Cooper, Stewart, Granger, Palance, Wayne, Taylor, Fonda, Marvin, Mohicanos, Cheyennes, Hurones Apaches, Séptimo de Caballería, Rangers, Policía montada, Rio Grande y Monumental Valley. ¡Qué tardes! Luego con los Clicks (esta vez de Famobil) y los Airgamboys a reventar el fuerte. ¡Qué grandes tardes!.
Verano Indio tiene la esencia de esas películas en blanco y negro, es una buena historia de indios y vaqueros, vale no hay vacas pero sabes a lo que me refiero.
La trama transcurre en la costa este, en lo que será, con el tiempo La Gran Manzana. Pratt narra un magníficamente una historia con maravil losos diálogos que son traducidos en imágenes viñeta a viñeta, por un Manara que presenta grandiosos paisajes, orgullosos indios, rudos colonos y mujeres bellas y marienistas, con turbios pasados.
El final de la historia épico, digno de una película de Sesión de Tarde, te da ganas de buscar la caja de los Clicks.